El
10 de abril se cumple un nuevo aniversario de la Batalla de Pozo de Vargas. El
10 de abril de 1867, en la afueras de la Ciudad de La Rioja, al norte de la
misma, en el denominado Pozo de Vargas, se enfrentaron las fuerzas federales
comandadas por el Coronel Felipe Varela y las fuerzas nacionales al mando de
Manuel Taboada. Pozo de Vargas fue la última gran batalla de las guerras
civiles argentinas, y cuyo resultado
prácticamente puso fin a la resistencia del interior, marcando el comienzo de
un país organizado desde Buenos Aires.
El
17 de septiembre de 1861, con la batalla prácticamente ganada, el General Justo
José de Urquiza se retira de los campos de Pavón obsequiándole la victoria al
General Bartolomé Mitre que comandaba las fuerzas del Estado de Buenos Aires,
pero demostrándole que aún conservaba una fuerza importante. Quedando Mitre
dueño del país, y un Urquiza dueño de la provincia de Entre Ríos, comienza una
política de represión y asesinato hacia los federales, y la imposición de la
dominación porteña sobre las provincias interiores. Una vez elegido Mitre como
presidente, comenzaron las intervenciones provinciales para desplazar a los
gobernadores federales, y la campañas de pacificación, que no era más que meros
asesinatos a través de ejecuciones sumarias. Mientras los productores de
la pampa húmeda y el litoral entrerriano
comenzaban a enriquecerse exportando la lana que demandaba la industria
inglesa, convertían de a poco al país en un mercado de consumo de las
manufacturas británicas. Mientras tanto, las provincias del interior, o sea que
no pertenecían a la pampa húmeda, comenzaban a vegetar hundiéndose sus
economías.
Esta
consolidación del poder no se limitaba sólo a la Argentina. En 1863, Mitre
apoya la invasión de Venancio Flores a la Banda Oriental, que terminó
desplazando del poder, por la fuerza, al partido Blanco, estableciendo una
dictadura del partido Colorado, aliado de Mitre y pro brasileño. En 1865,
aliada la Argentina mitrista, la Banda Oriental colorada y el Imperio del
Brasil, van a la guerra contra el Paraguay, en la llamada Guerra del Paraguay,
Guerra de la Triple Alianza o en guaraní Ñaro Guasu, que terminó con la
devastación de la economía y la población masculina del Paraguay. Pero en 1866,
la guerra recién comenzaba y la situación era otra. Después de un rápido avance
de los aliados, estos fueron derrotados en Curupayty, derrota de tal magnitud
que detuvo las acciones por espacio de un año. Esta derrota que se conoció en seguida
en todo el país pareció abrir un horizonte a los federales del interior que se
oponían a la guerra y a la política de Mitre.
El
11 de noviembre de l866 se sublevaron las tropas mendocinas que debían ir al
frente paraguayo, rebelión que se transformó en la Revolución de los Colorados.
En seguida la insurrección se propagó por todo Cuyo. El Coronel Juan de Dios
Videla ocupó la provincia de San Juan destituyendo al gobernador. Luego pasó a
La Rioja donde derroto en el Rinconada del Pocito al gobernador de La Rioja.
Mientras tanto, lo hermanos Juan y Felipe Saá, retornaban de su exilio en Chile
para invadir la provincia de San Luis, y ocupar la gobernación.
Al
mismo tiempo, el Coronel Felipe Varela, estaba preparando en Chile dos
batallones compuestos de exiliados argentinos y soldados chilenos; retornaba de
su exilio con la firme decisión de terminar con la dictadura mitrista y la
guerra contra el Paraguay. Férreo opositor a la políticas porteñas contra el
interior, había sido lugarteniente de Facundo Quiroga y el Chacho. Ocupó el
oeste riojano, para pasar luego a la Ciudad de La Rioja y llegar a Jáchal donde
se estableció el comando federal. Se trazó un plan de acción que llevaría a
Juan Saá y Juan de Dios Videla, de Cuyo a Córdoba, y luego al Litoral. Mientras
tanto Felipe Varela debía dirigirse a La Rioja, y de allí hacia San Fernando
del Valle de Catamarca, y a Salta, para llevar la insurrección al noroeste. Con
esta demostración de fuerza se esperaba que el entrerriano Urquiza, finalmente
se decidiera ponerse al frente de la rebelión, como ya lo había hecho en
1851-52. Felipe Varela, mientras marchaba de La Rioja a San Fernando, le llegan
noticias de que Taboada había acupado la Ciudad de La Rioja con 800 hombres.,
cuando en realidad eran 2000. Mientras que Felipe Varela sumaba 5000. Para
evitar ver su retaguardia amenazada constantemente decidió desandar el camino y
atacar a los nacionales de Taboada en las afueras de La Rioja. Después de una
marcha bajo un sol inclemente, un calor insoportable, los pozos de agua tapados
por orden de Taboada, llegaron al Pozo de Varga. Allí los estaban esperando
formados los nacionales. Con la tropa agotada por el esfuerzo, los caballos
cansados, decidió, sin embargo atacar. Se escuchó el estruendo del cañon, y empezó
el combate. La caballería federal atropellaba sin cesar, una y otra vez. La
agotada infantería intentaba penetrar en la filas enemigas. Los hombres de
Taboada eran 2000. Elizondo después de varias cargas, se alza con los
pertrechos y la caballada enemiga y huye a Los Llanos. La infantería de Medina,
no puede llegar al pozo. Al caer la
tarde, y ante la imposibilidad de alzarse con el triunfo, Varela ordena volver
al campamento en Las Melillas y hacer noche allí para atacar de nuevo al otro
día. Le quedan 800 hombres. Al amanecer del 11 de abril quedaban sólo 180, el
resto había huido durante la noche. Decide retirarse y volver a Jáchal. Sin
embargo después de la derrota en San Ignacio, cerca de San Luis, por el Coronel
Arredondo, Saá y Videla huyen a Chile, y el plan que se había propuesto,
fracasa. Pero Varela recompuso su fuerza y marchó de nuevo a La Rioja, por
Chilecito y Famatina. Se dirigió por la Puna, que en ese momento formaba parte
de la República de Bolivia, procurando llegar a Salta donde el gobernador
Aniceto Latorre, lo esperaba con refuerzos. La marcha por la Puna, fue
desalentadora, dura, y agotadora. Al llegar a Salta no encontró los refuerzos
prometidos y siguieron hacia Jujuy hasta alcanzar Bolivia, donde se exilió.
En
la proclama de Felipe Varela, que aquí les dejamos, se trasluce a grandes
rasgos cual era su pensamiento y los objetivos que perseguía:
¡VIVA LA UNION AMERICANA!
MANIFIESTO DEL JENERAL FELIPE VARELAA LOS PUEBLOS AMERICANOS, SOBRE
LOS ACONTECIMIENTOS POLITICOS DE LA REPUBLICA ARJENTINA, en los Años 1866 y 67.
Potosí, Enero 1° de 1868.
Tipogrfía del Progreso
¡VIVA LA UNION AMERICANA! Manifiesto a los pueblos Americanos, sobre los acontecimientos
políticos de la República Arjentina, en los años 1866 y 1867.
I
El desarrollo de los sucesos políticos de la República
Arjentina, en los años 1866 y 67, han sido objeto de la atención de los demás
pueblos americanos, como que ellos envolvían un alta significación para los
grandes destinos de la America Unida.
Cuando el actual Presidente de la República Boliviana
indicó al Continente, el medio de ser fuerte, invencible, grande, glorioso, es
decir: la Alianza de las Repúblicas para repeler las ambiciones monárquicas de
Europa, los ojos americanos se fijaron allá en la marjen del Atlántico, en las
costas Uruguayas y Arjentinas, como la llave prinicpal de todos los pueblos que
se estienden desde esas costas hasta las del Pacífico.
Aquel pensamiento fue acojido con todo el entuciasmo y
acatamiento de su magna importancia, por todos los hombres patriotas del Sud
del Nuevo Mundo, no habiendo uno solo de ellos que dudase de la sola
aquiescencia del Gobierno Arjentino a estos grandes principios, renuevo de los
que llegaron a todas las Repúblicas, cuando se trató de su libertad contra el
Poder de la España que las subyugaba.
¡ARJENTINOS! El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear
y Urquiza llevaron altivamente en cien combates, haciéndolo tremolar con toda
gloria en las tres mas grandes epopeyas que nuestra patria atravezó incólume,
ha sido vilmente enlodado por el Jeneral Mitre gobernador de Buenos Aires.
La mas bella y perfecta Carta Constitucional democrática republicana
federal, que los valientes Entrerrianos dieron á costa de su sangre preciosa,
venciendo en Caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta
Buenos-Aires, ha sido violada y mutilada desde el año sesenta y uno hasta hoi,
por Mitre y su círculo de esbirros.
El Pabellón de Mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde
los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada Pavon cayó fatalmente
en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre -orgullosa autonomía
política del partido rebelde- ha sido cobardemente arrastrado por los fangales
de Estero-Bellaco, Tuyuti, Curuzú y Curupaití.
Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan
rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una
esclava, quedando empeñada en mas de cien millones de fuertes, y comprometido
su alto nombre á la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de
aquel mismo porteño que, después de la derrotade Cepeda, lacrimando juró
respetarla.
CONPATRIOTAS: desde que Aquel, usurpó el Gobierno de la Nación,
el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales
vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano á
cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser
ciudadano esclusivista; y ser provinciano, es ser mendigo mendigo sin patria,
sin libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno Mitre.
Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen á los provincianos,
que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados
por los aleves puñales de los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandez, Paunero,
Campos, Irrazábal y otros varios oficiales dignos de Mitre.
Empero, basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin lei,
sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin
causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste ó insoportable
situación que atravezamos, y que es tiempo ya de contener.
¡VALIENTES ENTRERIANOS! Vuestros hermanos de causa en las más
provincias, os saludan e en marcha al campo de la gloria, donde os esperan.
Vuestro ilustre jefe y compañero de armas el magnánimo Capitan Jeneral Urquiza,
os acompañará, y bajo sus órdenes venceremos todos de una vez más á los
enemigos de la causa nacional.
A EL, y a vosotros obliga concluir la grande obra que
pricipiasteis en Caceros, de cuya memorable jornada surgió nuestra redención
política, consignada en las pájinas de nuestra hermosa Constitución que en
aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre.
¡AJENTINOS TODOS! ¡Llegó el día de mejor porvenir para la Patria! A
vosotros cumple ahora el nobel esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el
Pabellón de Belgrano, para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de
nuestros liberticidas enemigos!
COMPATRIOTAS: ¡A LAS ARMAS!... ¡es el grito que se arranca del
corazón de todos los buenos arjentinos!
¡ABAJO los infractores de la lei! Abajo los traidores á la Patria!
Abajo los mercaderes de Cruces en la
Uruguayana, á precio de oro, de lágrimas y de sangre Arjentina y Oriental!
¡ATRAS los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en
beneficio de un pueblo vano, despota é idolente!
SOLDADOS FEDERALES! nuestro programa es la práctica estricta de
la Constitución jurada, el órden común, la paz y la amistad con el Paraguai, y
la unión con las demás Repúblicas Americanas. !!Ay de aquel que infrinja este
programa!!
COMPATRIOTAS NACIONALISTAS! El campo de la lid nos mostrará al
enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo ó la muerte, vuestro
Jefe y amigo.
FELIPE VARELA.
Campamento
en marcha, Diciembre 6 de 1866.
Martín López
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