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domingo, 8 de abril de 2012

Haciendo Historia N°2: La Batalla de Pozo de Vargas




            El 10 de abril se cumple un nuevo aniversario de la Batalla de Pozo de Vargas. El 10 de abril de 1867, en la afueras de la Ciudad de La Rioja, al norte de la misma, en el denominado Pozo de Vargas, se enfrentaron las fuerzas federales comandadas por el Coronel Felipe Varela y las fuerzas nacionales al mando de Manuel Taboada. Pozo de Vargas fue la última gran batalla de las guerras civiles argentinas,  y cuyo resultado prácticamente puso fin a la resistencia del interior, marcando el comienzo de un país organizado desde Buenos Aires.

            El 17 de septiembre de 1861, con la batalla prácticamente ganada, el General Justo José de Urquiza se retira de los campos de Pavón obsequiándole la victoria al General Bartolomé Mitre que comandaba las fuerzas del Estado de Buenos Aires, pero demostrándole que aún conservaba una fuerza importante. Quedando Mitre dueño del país, y un Urquiza dueño de la provincia de Entre Ríos, comienza una política de represión y asesinato hacia los federales, y la imposición de la dominación porteña sobre las provincias interiores. Una vez elegido Mitre como presidente, comenzaron las intervenciones provinciales para desplazar a los gobernadores federales, y la campañas de pacificación, que no era más que meros asesinatos a través de ejecuciones sumarias. Mientras los productores de la  pampa húmeda y el litoral entrerriano comenzaban a enriquecerse exportando la lana que demandaba la industria inglesa, convertían de a poco al país en un mercado de consumo de las manufacturas británicas. Mientras tanto, las provincias del interior, o sea que no pertenecían a la pampa húmeda, comenzaban a vegetar hundiéndose sus economías.

            Esta consolidación del poder no se limitaba sólo a la Argentina. En 1863, Mitre apoya la invasión de Venancio Flores a la Banda Oriental, que terminó desplazando del poder, por la fuerza, al partido Blanco, estableciendo una dictadura del partido Colorado, aliado de Mitre y pro brasileño. En 1865, aliada la Argentina mitrista, la Banda Oriental colorada y el Imperio del Brasil, van a la guerra contra el Paraguay, en la llamada Guerra del Paraguay, Guerra de la Triple Alianza o en guaraní Ñaro Guasu, que terminó con la devastación de la economía y la población masculina del Paraguay. Pero en 1866, la guerra recién comenzaba y la situación era otra. Después de un rápido avance de los aliados, estos fueron derrotados en Curupayty, derrota de tal magnitud que detuvo las acciones por espacio de un año. Esta derrota que se conoció en seguida en todo el país pareció abrir un horizonte a los federales del interior que se oponían a la guerra y a la política de Mitre.

            El 11 de noviembre de l866 se sublevaron las tropas mendocinas que debían ir al frente paraguayo, rebelión que se transformó en la Revolución de los Colorados. En seguida la insurrección se propagó por todo Cuyo. El Coronel Juan de Dios Videla ocupó la provincia de San Juan destituyendo al gobernador. Luego pasó a La Rioja donde derroto en el Rinconada del Pocito al gobernador de La Rioja. Mientras tanto, lo hermanos Juan y Felipe Saá, retornaban de su exilio en Chile para invadir la provincia de San Luis, y ocupar la gobernación.

            Al mismo tiempo, el Coronel Felipe Varela, estaba preparando en Chile dos batallones compuestos de exiliados argentinos y soldados chilenos; retornaba de su exilio con la firme decisión de terminar con la dictadura mitrista y la guerra contra el Paraguay. Férreo opositor a la políticas porteñas contra el interior, había sido lugarteniente de Facundo Quiroga y el Chacho. Ocupó el oeste riojano, para pasar luego a la Ciudad de La Rioja y llegar a Jáchal donde se estableció el comando federal. Se trazó un plan de acción que llevaría a Juan Saá y Juan de Dios Videla, de Cuyo a Córdoba, y luego al Litoral. Mientras tanto Felipe Varela debía dirigirse a La Rioja, y de allí hacia San Fernando del Valle de Catamarca, y a Salta, para llevar la insurrección al noroeste. Con esta demostración de fuerza se esperaba que el entrerriano Urquiza, finalmente se decidiera ponerse al frente de la rebelión, como ya lo había hecho en 1851-52. Felipe Varela, mientras marchaba de La Rioja a San Fernando, le llegan noticias de que Taboada había acupado la Ciudad de La Rioja con 800 hombres., cuando en realidad eran 2000. Mientras que Felipe Varela sumaba 5000. Para evitar ver su retaguardia amenazada constantemente decidió desandar el camino y atacar a los nacionales de Taboada en las afueras de La Rioja. Después de una marcha bajo un sol inclemente, un calor insoportable, los pozos de agua tapados por orden de Taboada, llegaron al Pozo de Varga. Allí los estaban esperando formados los nacionales. Con la tropa agotada por el esfuerzo, los caballos cansados, decidió, sin embargo atacar. Se escuchó el estruendo del cañon, y empezó el combate. La caballería federal atropellaba sin cesar, una y otra vez. La agotada infantería intentaba penetrar en la filas enemigas. Los hombres de Taboada eran 2000. Elizondo después de varias cargas, se alza con los pertrechos y la caballada enemiga y huye a Los Llanos. La infantería de Medina, no puede llegar al pozo.  Al caer la tarde, y ante la imposibilidad de alzarse con el triunfo, Varela ordena volver al campamento en Las Melillas y hacer noche allí para atacar de nuevo al otro día. Le quedan 800 hombres. Al amanecer del 11 de abril quedaban sólo 180, el resto había huido durante la noche. Decide retirarse y volver a Jáchal. Sin embargo después de la derrota en San Ignacio, cerca de San Luis, por el Coronel Arredondo, Saá y Videla huyen a Chile, y el plan que se había propuesto, fracasa. Pero Varela recompuso su fuerza y marchó de nuevo a La Rioja, por Chilecito y Famatina. Se dirigió por la Puna, que en ese momento formaba parte de la República de Bolivia, procurando llegar a Salta donde el gobernador Aniceto Latorre, lo esperaba con refuerzos. La marcha por la Puna, fue desalentadora, dura, y agotadora. Al llegar a Salta no encontró los refuerzos prometidos y siguieron hacia Jujuy hasta alcanzar Bolivia, donde se exilió.
           
            En la proclama de Felipe Varela, que aquí les dejamos, se trasluce a grandes rasgos cual era su pensamiento y los objetivos que perseguía:


¡VIVA LA UNION AMERICANA!
MANIFIESTO DEL JENERAL FELIPE VARELAA LOS PUEBLOS AMERICANOS, SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS POLITICOS DE LA REPUBLICA ARJENTINA, en los Años 1866 y 67.
Potosí, Enero 1° de 1868.
Tipogrfía del Progreso
¡VIVA LA UNION AMERICANA! Manifiesto a los pueblos Americanos, sobre los acontecimientos políticos de la República Arjentina, en los años 1866 y 1867.

I

El desarrollo de los sucesos políticos de la República Arjentina, en los años 1866 y 67, han sido objeto de la atención de los demás pueblos americanos, como que ellos envolvían un alta significación para los grandes destinos de la America Unida.
Cuando el actual Presidente de la República Boliviana indicó al Continente, el medio de ser fuerte, invencible, grande, glorioso, es decir: la Alianza de las Repúblicas para repeler las ambiciones monárquicas de Europa, los ojos americanos se fijaron allá en la marjen del Atlántico, en las costas Uruguayas y Arjentinas, como la llave prinicpal de todos los pueblos que se estienden desde esas costas hasta las del Pacífico.
Aquel pensamiento fue acojido con todo el entuciasmo y acatamiento de su magna importancia, por todos los hombres patriotas del Sud del Nuevo Mundo, no habiendo uno solo de ellos que dudase de la sola aquiescencia del Gobierno Arjentino a estos grandes principios, renuevo de los que llegaron a todas las Repúblicas, cuando se trató de su libertad contra el Poder de la España que las subyugaba.

¡ARJENTINOS! El hermoso y brillante pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates, haciéndolo tremolar con toda gloria en las tres mas grandes epopeyas que nuestra patria atravezó incólume, ha sido vilmente enlodado por el Jeneral Mitre gobernador de Buenos Aires.
La mas bella y perfecta Carta Constitucional democrática republicana federal, que los valientes Entrerrianos dieron á costa de su sangre preciosa, venciendo en Caseros al centralismo odioso de los espurios hijos de la culta Buenos-Aires, ha sido violada y mutilada desde el año sesenta y uno hasta hoi, por Mitre y su círculo de esbirros.
El Pabellón de Mayo que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada Pavon cayó fatalmente en las ineptas y febrinas manos del caudillo Mitre -orgullosa autonomía política del partido rebelde- ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero-Bellaco, Tuyuti, Curuzú y Curupaití.
Nuestra Nación, tan feliz en antecedentes, tan grande en poder, tan rica en porvenir, tan engalanada en glorias, ha sido humillada como una esclava, quedando empeñada en mas de cien millones de fuertes, y comprometido su alto nombre á la vez que sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que, después de la derrotade Cepeda, lacrimando juró respetarla.
CONPATRIOTAS: desde que Aquel, usurpó el Gobierno de la Nación, el monopolio de los tesoros públicos y la absorción de las rentas provinciales vinieron a ser el patrimonio de los porteños, condenando al provinciano á cederles hasta el pan que reservara para sus hijos. Ser porteño, es ser ciudadano esclusivista; y ser provinciano, es ser mendigo mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del Gobierno Mitre.
Tal es el odio que aquellos fratricidas tienen á los provincianos, que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y guillotinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio, Sarmiento, Sandez, Paunero, Campos, Irrazábal y otros varios oficiales dignos de Mitre.
Empero, basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin lei, sin corazón y sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan testimonio flagrante de la triste ó insoportable situación que atravezamos, y que es tiempo ya de contener.
¡VALIENTES ENTRERIANOS! Vuestros hermanos de causa en las más provincias, os saludan e en marcha al campo de la gloria, donde os esperan. Vuestro ilustre jefe y compañero de armas el magnánimo Capitan Jeneral Urquiza, os acompañará, y bajo sus órdenes venceremos todos de una vez más á los enemigos de la causa nacional.
A EL,  y  a vosotros obliga concluir la grande obra que pricipiasteis en Caceros, de cuya memorable jornada surgió nuestra redención política, consignada en las pájinas de nuestra hermosa Constitución que en aquel campo de honor escribisteis con vuestra sangre.
¡AJENTINOS TODOS! ¡Llegó el día de mejor porvenir para la Patria! A vosotros cumple ahora el nobel esfuerzo de levantar del suelo ensangrentado el Pabellón de Belgrano, para enarbolarlo gloriosamente sobre las cabezas de nuestros liberticidas enemigos!
COMPATRIOTAS: ¡A LAS ARMAS!... ¡es el grito que se arranca del corazón de todos los buenos arjentinos!
¡ABAJO los infractores de la lei! Abajo los traidores á la Patria! Abajo los mercaderes de Cruces  en la Uruguayana, á precio de oro, de lágrimas y de sangre Arjentina y Oriental!
¡ATRAS los usurpadores de las rentas y derechos de las provincias en beneficio de un pueblo vano, despota é idolente!
SOLDADOS FEDERALES! nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el órden común, la paz y la amistad con el Paraguai, y la unión con las demás Repúblicas Americanas. !!Ay de aquel que infrinja este programa!!
COMPATRIOTAS NACIONALISTAS! El campo de la lid nos mostrará al enemigo; allá os invita a recoger los laureles del triunfo ó la muerte, vuestro Jefe y amigo.
FELIPE VARELA.
Campamento en marcha, Diciembre 6 de 1866.



Martín López

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